Compartiendo mis experiencias

En éste "blog" pretendo compartir mis experiencias y lo que aprendo de ellas como madre, esposa, hija, hermana, amiga, profesional, entre otras cosas. Los retos que me ha presentado la vida y los que me presenta y como trato de ver el lado positivo de cada situación...aunque aveces sea un reto.

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lunes, 23 de enero de 2012

Mantener la fe en la prueba

Cuando examino mi vida, son muchos los retos y pruebas enfrentadas y superadas satisfactoriamente, algunas más complicadas que otras, muchas…solo un escalón para seguir subiendo en ésta gran escalera que es la vida (se trata de seguir subiendo y no bajando, ¿verdad?). Cuando uno es soltero o joven, uno no piensa en cosas que le puedan pasar a uno, si no, las cosas que le pasan a uno. Tampoco nos imaginamos enfermos o incapacitados de hacer algo (a menos que hayas pasado por alguna experiencia temprana) al contrario nos creemos invencibles (y así somos en algunos aspectos de la vida, más no vulnerables).

Yo soy una persona creyente desde que tengo uso de razón, en parte porque eso fue lo que mis padres y familiares cercanos me inculcaron. Siempre he tratado de ser una persona positiva ante la adversidad o tropiezos en la vida y me confieso la prueba viviente del plan divino y todo lo maravilloso que trae con él. No es hasta que uno está en la prueba, situación o problema que uno sabe cuán fuerte uno es en la fe.

Cuando uno tiene hijos (yo tengo dos preciosas jovencitas) uno está pendiente de todo: si respiran cuando duermen, si tienen todo normal, si se cansan, nos preocupamos un mundo si se sienten mal o les duele algo, si comen, si alguien les hace algún daño en fin mil preocupaciones pensando que algo les puede pasar y siempre pidiendo que crezcan saludables y fuertes para verlos crecer. Nos preocupamos más por nuestra salud y mantenernos bien por ellos (yo pido todos los días por una larga y saludable vida para verlas crecer).

Hace un año enfrenté una de las pruebas más grandes que he tenido en mi vida (¡y decretado que la última a ese nivel!) la enfermedad de mi hija menor. Fue un mes de estudios médicos desde placas hasta “bonescan” lo que terminó con una biopsia. Hubo momentos en que quería gritar, no por mí, por mi hija; ella tiene muchos planes que quiero ver cumplir. Lloré solo una vez (el día antes de la biopsia) y dije (entre lagrimas): “Dios, ella es tuya, vino a través de mi…tu me la enviaste y tú sabrás hasta que momento estará aquí, pero yo la quiero ver crecer, quiero verla convertirse en bailarina, doctora y madre de tres hijos (eso es lo que ella quiere y ha sido bastante consistente), que sea tu voluntad”. Siempre me mantuve fuerte en mi fe (por supuesto bastante preocupada), sabía que Dios tenía un plan perfecto, me sentía tranquila y confiada, fuera cual fuera el resultado daríamos la batalla… ¡así debe ser! Les confieso que me llegué a sentir egoísta, ¿cuántas madres ven morir a sus hijos de hambre, frio o alguna enfermedad?, ¿qué me hacía a mi especial a la hora de pedir por la salud de mi hija? Soy madre y quiero lo mejor para mis hijas.
Fueron semanas de preocupación (mi corazón de madre nunca sintió angustia), no comía bien y dormía lo necesario. Llegó el resultado de la biopsia y gracias a Dios solo fue una Osteomielitis (infección en el hueso), el tratamiento fue largo, pero dentro de todo había cura (ésta vez lloré un poco de emoción), prueba superada.

Un año del tratamiento se cumplió el pasado octubre 2011 (se le daba seguimiento cada tres meses con estudios) cuando mi hija nuevamente presentó los mismos síntomas… ¡la infección había regresado! Por protocolo y para descartar otras posibilidades se le realizaron todos los estudios nuevamente. En esta ocasión no estaba preocupada, estaba sorprendida, en “shock”, sabía lo que era y estaba tranquila por ese lado pero pensaba en ella, en mi hija…otra vez los múltiples pinchazos, la hospitalización, la ausencia de la escuela, del ballet y de la carrera del pavo nuevamente (y por la que había empezado a entrenar con tanta ilusión), pensaba: “¿Otra vez? ¡Dios mío si para muestra con una vez era suficiente!!!!” Pero nuevamente teníamos que aceptar la voluntad de Dios. Y así fue, con calma nos preparamos para una larga hospitalización de 6 semanas… ¿Cómo se le explica eso a una niña?, ¿Cómo hacerle entender que dentro de todo es dichosa de no tener otra condición, de que hay niñitos luchando por su vida? Eso nos mantenía fuertes, le hacía ver el lado positivo a su situación (que para ella fue muy fuerte).
 Esta vez la cirugía fue mayor, la espera más larga, el resultado…el mismo, otra vez osteomielitis. A pesar de haber pasado por la experiencia, esta vez tenía más preguntas que respuestas: ¿Por qué le volvió?, ¿si le va a volver?, ¿si la llevo a los EU?, entre otras miles más (siempre voy con un listado de preguntas para que nada se me olvide). Gracias a Dios tenemos un excelente plan médico (eso es una inversión) y unos médicos pediátricos excelentes y siempre estuvieron ahí para contestar cada una de nuestras preguntas (fueron muy pacientes y muy buenos con nuestra hija), el tratamiento fue el adecuado y nosotros decretamos que fue su última vez con ésta condición.

GRACIAS, una palabra tan corta y que dice mucho, pero que no es suficiente para expresar el agradecimiento que siento por Dios, los doctores, enfermeras, familiares y amistades que estuvieron ahí con una llamada, una visita, detalles enviados. Agradecida con la vida que me ha permitido seguir educando y ver crecer a mis hijas cada día, con mucha fe de que lograrán lo que se propongan con fortaleza y perseverancia, sobre todo SALUD.

La fe nos mantiene de pie cuando pensamos que vamos a caer, nos mantiene fuertes ante la debilidad del momento y nos ayuda a superar los momentos en que no encontramos salida. Debemos dar gracias por los buenos momentos y aprender de las pruebas. Cada día sale el sol y después de cada tormenta un hermoso arco iris…la promesa de que todo estará bien a pesar del momento vivido.

¡Hasta la próxima!


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